Vespasiania

EL DINERO non olet, dijo Vespasiano a Tito. El voto, en la democracia por sufragio universal, tampoco huele. Enmienda a la totalidad, la que aquí expongo, en lo concerniente al guiñol de Ponferrada. No estoy de acuerdo con nadie: ni con el PP, ni con la oposición, ni con la Chacón, ni con los tertulianos, ni con la línea editorial de este periódico. En Andalucía, por poner un ejemplo, los de Izquierda Unida apoyan el gobierno corrupto de los ERE y los del PSOE no hacen ascos al apoyo de un partido entre cuyos diputados figura el alcalde de Marinaleda. En Extremadura, por poner otro, el buen Monago cabalga gracias al trotecillo corto de la extrema izquierda, aunque ésta no lo ayude por comisión, sino por omisión. ¿A qué viene ahora semejante escandalera a cuento del corregidor socialista que desbanca a su rival pepeísta gracias al voto de un individuo condenado hace diez años por hostigar a una concejala con la que ya había tenido amores y despechado luego por su negativa a seguir haciéndolo? La culpa de este nuevo contubernio, que no es de catre, sino de cambalache, es de los ponferradinos que dieron cinco concejales al partiducho del munícipe rijoso. ¡Ah! Pero los votos depositados en las urnas, al parecer, no huelen. A ellas acuden todos: los sinvergüenzas y los que vergüenza tienen, los imputados y los condenados, los corruptos, los maltratadores, los trepas, los terroristas… Y a ningún político de ningún partido se le pasa por la cabeza la posibilidad de rechazar por inmorales los votos de quienes inmorales sean. Véase Bildu. El origen del mal está en el pueblo por muchos inocentes que en él haya y por imposible que resulte distinguir entre las ovejas blancas y las negras. Dejémonos, además, de historias. Si la Chacón no hubiese colgado su tuit, Rubalcaba no habría intervenido ni yo estaría ahora escribiendo lo que escribo. La susodicha quiere liderar su partido, sabe que el susodicho es un náufrago, no quiere abrazarse a él para no ahogarse con él y aprovecha todas las ocasiones puestas a su alcance -la del independentismo catalán, la del cinismo de sus correligionarios de Ponferrada y las muchas que se avecinan- para marcar distancias y nadar al pairo. Adéu, Rubalcaba; bon dia, señora Chacón. Vespasiano pasó a la historia por el dinero sin olor que recaudaba de las tarifas de los urinarios con olor que aún hoy, en Roma, llevan su nombre. Hispania es un enorme retrete. Llamémosla Vespasiania.